miércoles, 29 de enero de 2020

ALANIS, 2017

#AnocheVi Alanis, una película de Anahí Berneri. La neta fue hace tiempo en la Cineteca. La bella deidad del cine tuvo piedad de mí y en lugar de ver Roma compartiendo la sala con una bola de coyoaquenses cincuentones que no paraban de contar de cuando eran niños y sus padres corrieron a la chacha, me envió a esta maravilla del cine argentino. Originalmente fue un corto del 2016 con la finalidad de hacer conciencia sobre las condiciones de trabajo de las prostitutas en Buenos Aires. El trabajo resultó ser apasionante para las realizadoras y decidieron extenderlo.
En fin, seguimos las vicisitudes de la prostituta Alanis, quien de pronto se ve forzada a encontrar un lugar seguro donde ofrecer sus servicios… O en el peor de los casos, algo que le dé los mismos ingresos. Durante un par de días va chocando con situaciones cada vez más absurdas aunque, desde una retorcida perspectiva, demasiado cotidianas. Ya sea lidiar con la burocracia policial, agarrarse a las patadas con una horda de prostitutas organizadas para acabar con la competencia o caer en la cuenta de que pierde más su tiempo, y dignidad, atrapada detrás de un aparador, esta chava no se puede dar el lujo de chillar por su desafortunado destino.
Personalmente, sentí que los personajes se desbordan de los límites de la película. No sólo tienen una historia más grande que la sencilla que nos están contando, también parecen no caber en el encuadre de la toma, y en muchas ocasiones los vemos estar a sus anchas disfrutando del ocio. Esta atmósfera me atrajo mucho porque no me parece común verla en melodramas con el mismo tema.
Ahora bien, ¿la película cumple su objetivo original? No estoy muy seguro. El tono de Alanis es bastante edulcorado y no hace falta ser un estudioso de la prostitución para tener en cuenta que su "moraleja" social ve los problemas de manera simplista. Allá afuera hay demasiada violencia y más razones para ver esta actividad como un estigma que debe abolirse. Aún así no se demerita el acierto de colocarnos al nivel de la protagonista.
Me explico. En lugar de apelar a nuestra soberbia presentándonos a una criaturita "entrañable" a la cual tenerle compasión (como la de Noches de Cabiria), con Alanis tenemos la visión cínica y medio apendejada con la que muchos de nosotros viviríamos una terrible temporada en el trabajo. La ironía crea una conexión realmente humana con casi cualquier personaje ficticio, porque mucha gente no sigue de forma servil ningún arquetipo simplón para su actitud; más bien resultamos ser mezcla de cientos. Y si Alanis a veces es una caricatura guarra, las más parece que actúa y piensa como cualquier citadina (o citadino) que no sabe cómo atajar una rebanada del pastel... y otras tantas, es el cuadro impresionista de una tardecita por el parque. Es algo que, para no equivocarnos, sabemos desde Cervantes. Pero lo típico de muchas comedias es presentarnos personajes unidimensionales y que traen a cuestas un arsenal de chistes baratos, sobre todo en Latinoamérica.
¿Creen que exagere con esta película? ¿Han tenido ocasión de verla? ¿Se les hizo interesante después de leerme?